sábado, 19 de diciembre de 2009

De vuelta al invierno


Edmonton, Canadá, Diciembre 11 de 2009

Jenny Velazco C.N.P. 10.779
Hace más de un mes comenzó de nuevo el invierno, esta semana se espera que la temperatura promedio sea de menos 20 grados centígrados en la provincia de Alberta en Canada ( no leyo mal -20 C ). La nevada sin embargo es mas llevadera que cuando viviamos en Fort McMurray ( a unos 2000 kms de Alaska) donde la nieve parece nunca derretirse y el sol se asoma pocas veces. Luego de tres años de haber dejado Punto Fijo, es todavia difícil acostumbrarse a vivir en este país donde el frio nunca deja de sorprenderte y se contrarresta sólo por el calor de su gente.
Se trata del cuarto invierno transcurrido en Canada, parece que fue ayer cuando la familia y los amigos nos despidieron en el Aeropuerto Josefa Camejo en medio de abrazos y lagrimas, de solo pensarlo la nostalgia vuelve tan dolorosa como entonces, pero al menos ya ha quedado atras el miedo a lo desconocido, luedo de tres anos y tres meses son muchos los amigos cultivados en esta tierra inhóspita y no pocos los retos afrontados y alcanzados.
En dias tan frios como hoy es cuando más pienso en mi querida Paraguaná, con sus cálidas mañanas de sol radiante que contrastan con este oscuro amanecer que empeora al paso de los días ( oscurece a las cuatro y media de la tarde y amanece poco despues de las ocho ), he pensado también en la brisa peninsular, en el rico sabor del café de mi tierra, en los amigos que se quedaron. Esta semana comenzaron también las fiestas, no sólo las canadienses, sino también las nuestras, las que organizan las asociaciones de venezolanos en Canada ( cada una suma ya mas de 200 familias afiliadas) , desde Calgary hasta Fort McMurray, de Toronto hasta Montreal, esta semana escuché las primeras gaitas y el nudo en la garganta no se hizo esperar, nada como una gaita para recordar lo mucho que extraño mi país y mi gente ( aquí también se producen gaitas buenas como Que Molleja de frio de Nevada Gaitera).
Hace tres años atrás, sumergida en el día a día de la noticia, desde el occidente al oriente falconiano, entre cardones y tunas, en mis barrios peninsulares, en mi hermosa costa, nada estaba más lejos de mi mente que unos guantes y una chaqueta de invierno, cruzando los médanos de Coro por lo menos una vez a la semana, ( como corresponsal en Falcón del Centro de Noticias Union Radio y reportera de Sol T.V.), solía quejarme del calor que sofoca de enero a enero en la tierra que hoy tanto extraño, hoy a menos 20 grados centígrados y formando parte de una pujante ciudad del llamado primer mundo ( aqui en Edmonton está el que hasta hace poco era el Centro Comercial más grande del mundo), no puedo sino anhelar enterrar mis pies en las arenas medanales o en las aguas de Villa Marina y el Pico, como cada fin de semana, hace tiempo y allá lejos.
Pienso hoy en lo afortunados que somos los venezolanos, por lo menos en algunos tópicos, de tener un clima certero y seguro a lo largo de todo el año, con vías despejadas de nieve, sin tener que usar dos pantalones, dos camisas, guantes, gorros, y chaquetas especiales para salir a cualquier parte evitando el riesgo de un colapso hipotermico, que me imaginaba yo hace tres años atrás, manejar en calles cubiertas de nieve, paleando la nieve de la entrada de la casa, usando calefacción en lugar de aire acondicionado, tratando de sobrevivir en una tierra que ya no me parece prestada, que nos abrió los abrazos y que cada día se convierte más en mi hogar y en el de muchas familias venezolanas.
Las bajas temperaturas del invierno canadiense, entre otras variables es causante de que producir un barril de petróleo con arena canadiense, cueste 5 veces más que la producción de un barril equivalente en la Faja del Orinoco ( asi sin embargo Canadá ya supera el millon de barriles diarios), asimismo hay trabajos de construcción que se paralizan entre Noviembre y Marzo por regulaciones colectivas. A pesar de esta coyuntura, por debajo de quince grados centígrados, los niños continúan saliendo al recreo en la escuela, el transporte público no se paraliza, la jornada laboral no cesa y la gente vive el día a día como si las temperaturas no les afectaran, los centros comerciales ( cerrados y con calefacción por supuesto), en vispera de Navidad continúan llenos de compradores y la gente nunca deja de ser amable y servicial.
Hace tres años atrás no habría pensado como hoy lo hago, si habría llegado en invierno ( llegue en Otoño cuando el espectáculo de colores en los árboles es cautivante) quizá me habría devuelto unos días después, Canadá es un país que compensa el frio con un sistema impecable, con una seguridad social que brinda igualdad de oportunidades al inmigrante, donde un empleo estable es garantía de préstamo para la adquisición de una vivienda digna, un país que no deja al profesional certificado morir de mengua y en el cual sólo el frio es peligroso, por las carreteras congeladas, por lo oscuro de los caminos, pero no por su alto.
Si alguien me preguntara hoy donde esta mi corazon, le diria que esta dividido entre Venezuela y Canadá, porque en un país habita la gente que tanto amo y el clima que tanto extraño, en el otro reposa el sistema donde todo funciona, sobretodo el respeto y el valor por la vida, la educacion y la seguridad social. En mi bella Paraguana se encuentran mis más hermosos recuerdos, mis vivencias como periodista ( carrera que espero ejercer algun dia en este pais ), la gente que tanto necesita que su voz sea escuchada, los colegas, la familia, eso aun sigue muy marcado en mi corazon, en Canadá por otra parte he encontrado la estabilidad que se necesita para criar a mis hijas y las experiencias que a futuro quisiera compartir con mi gente en Venezuela si Dios me concede la dicha de volver a ella, cuando llegue el punto de reconciliacion que tanto necesitamos los Venezolanos.

domingo, 6 de diciembre de 2009

El presidente de Google Inc. dice cómo Google puede ayudar a los diarios


Es el año 2015. El aparato compacto que sostengo deposita el mundo en la palma de mi mano, noticia por noticia. Hojeo mis periódicos y revistas favoritos con imágenes tan nítidas como las impresas, sin una desesperante espera cada vez que se carga una página.


Mejor aún, el aparato sabe quién soy, qué es lo que me gusta y lo qué ya he leído. Así que mientras recibo todas las noticias y comentarios, también veo artículos relacionados con mis intereses. Leo una nota de salud en The Wall Street Journal y un artículo sobre Irak en el diario egipcio Al Gomhuria, traducido del árabe. Toco la pantalla con mi dedo, diciéndole a los cerebros informáticos del aparato que esta fue una buena sugerencia.

Algunos de estos artículos forman parte de un paquete mensual de suscripción. Otros, en los que la sinopsis me conquistó, cuestan algunos centavos más que se cobran a mi cuenta. Otros están disponibles sin costo alguno, pagados por los anunciantes. Pero estos avisos no son promociones estáticas para productos que nunca usaré. Al igual que las noticias, la publicidad está hecha a mi medida. Los anunciantes están dispuestos a desprenderse de mucho dinero por este tipo de especificidad.

Esta visión aún está lejos de lo que ocurre hoy. La tecnología actual, en este caso el diario físico en donde se publica esta columna, puede ser relativamente vieja, pero es un modelo de simplicidad y velocidad en comparación con lo que significa leer noticias en Internet. Puedo moverme entre las páginas mucho más rápido en la edición física de The Wall Street Journal que en la virtual y cada vez que regreso a un sitio Web soy tratado como un extraño.

Así que cuando pienso en la crisis que atraviesan los diarios, es aquí donde empiezo, en una tecnología tradicional que pasa apuros para adaptarse a un nuevo mundo hostil. Es una historia conocida: el arribo de la radio y la televisión iniciaron el declive en la circulación de los periódicos. Los vespertinos fueron las primeras víctimas. Luego, la llegada de los medios de 24 horas transformó lo que estaba en los matutinos en noticias viejas, literalmente viejas.

Ahora, Internet ha reducido todo el paquete de noticias a artículos que son leídos individualmente, encontrados a través de un blog o un motor de búsqueda y abandonados si no hay una buena razón para seguir ahí una vez que se termina de leerlos. Es lo que llamamos internamente la unidad atómica de consumo.

Por doloroso que esto sea para los periódicos y revistas, las presiones sobre sus ingresos publicitarios por parte de Internet están causando un daño aún mayor. Una empresa que quería promocionar un producto en San Francisco solía tener que optar entre un anuncio en el Chronicle o el Examiner (los dos diarios más importantes de la ciudad). Luego apareció Craigslist e hizo posible obtener clasificados locales de manera gratuita, seguido por eBay y sitios Web especializados. Ahora, los motores de búsqueda como Google conectan a los anunciantes directamente con los consumidores que buscan lo que ellos ofrecen.

En medio de la caída de los ingresos y disminución de los recursos, los frustrados ejecutivos de la industria buscan un chivo expiatorio. Buena parte de su ira se ha dirigido contra Google, a quien consideran como la parte que está recibiendo todos los beneficios de la relación de negocios sin entregar mucho a cambio. Los hechos, en mi opinión, sugieren que estas acusaciones no son válidas.

Google es una gran fuente de promoción. Enviamos a los sitios de noticias en Internet cerca de 1.000 millones de clics mensuales desde Google News y más de 3.000 millones de visitas adicionales desde nuestros demás servicios, como las búsquedas y iGoogle. Estamos hablando de 100.000 oportunidades por minuto para ganar lectores leales y generar ingresos, gratis. En cuanto a los derechos de autor, otro tema espinoso, nos limitamos a mostrar el titular y un par de líneas de cada artículo. Si los lectores desean leerlo, tienen que hacer clic y entrar al sitio del diario. (La excepción son las notas que almacenamos a través de un acuerdo de licencia con los servicios de noticias) y, si lo desean, las casas editoriales pueden retirar su contenido de nuestro índice de búsqueda o de Google News.

La acusación de que obtenemos jugosas ganancias a costa de los periódicos tampoco se asemeja a la realidad. En las búsquedas, nuestra principal fuente de ingresos es la publicidad de productos. Alguien escribe cámara digital en su computadora y saltan anuncios de cámaras digitales. Una búsqueda típica de noticias, Afganistán por ejemplo, podría generar pocos anuncios, si es que sale alguno. Los ingresos generados por los anuncios que se muestran junto a las búsquedas de noticias representan una diminuta fracción de nuestros ingresos por búsquedas.

Es comprensible que se busque un culpable, pero como dijo Rupert Murdoch, la verdadera amenaza a la industria de las noticias no es la tecnología, sino la complacencia causada por los antiguos monopolios. Reconocemos, sin embargo, que una crisis de las noticias no es sólo una crisis para la industria de los diarios. El flujo de información certera, visiones distintas y análisis adecuado es fundamental para el funcionamiento de una democracia. También reconocemos que ha sido difícil para los diarios obtener dinero de su contenido en línea. Pero al igual que no hay una sola causa de los problemas actuales de la industria no hay una sola solución. Deseamos colaborar con las casas editoriales para ayudarlas a crear audiencias más grandes, lectores más interesados y ganar más dinero.

Para hacer frente a ese reto hay que usar la tecnología para desarrollar nuevas formas de llegar a los lectores y mantenerlos interesados por más tiempo, así como nuevas formas para incrementar los ingresos combinando el acceso pagado y el gratuito. Creo que también exige un cambio en el tono del debate, un reconocimiento de que todos tenemos que trabajar juntos para cumplir la promesa del periodismo en la era digital.

Google toma en serio la parte que le corresponde. Hemos estado probando con más de tres decenas de socios de la industria periodística, un servicios llamado Google Fast Flip. La teoría, que parece funcionar en la práctica, es que si facilitamos la lectura de los artículos, la gente leerá más. Nuestros socios recibirán la mayoría de los ingresos generados por la publicidad que aparezca al lado de las noticias.

Tampoco hay que elegir, como algunos diarios parecen creer, entre cobrar por el acceso a su contenido en Internet o mantener los enlaces a sus artículos en Google News y Google Search. Pueden hacer ambos.

Este es un inicio. Pero juntos podemos avanzar mucho más hacia ese aparato de noticias fantástico que mencioné al principio de la columna. La aceleración en la sofisticación de los teléfonos celulares ofrece un potencial tremendo. A medida que una mayor cantidad de estos teléfonos se conecten a Internet, se van convirtiendo en aparatos de lectura, donde hay artículos, reseñas de negocios y publicidad. Estos celulares saben dónde está usted y le pueden proveer información geográfica relevante. Habrá más noticias, más opinión y más oportunidades para el debate en el futuro, no menos.

Los mejores diarios siempre han sido un espejo de sus comunidades. Ahora, pueden ofrecer un lugar digital para que sus lectores se congreguen y dialoguen. Y tal como hemos visto diferentes modelos de pago para la televisión, a medida que las elecciones se han incrementado y han aparecido nuevos proveedores, creo que ocurrirá lo mismo con las noticias. Podríamos fácilmente concebir un acceso gratuito para el contenido masivo, financiado por la publicidad a la par con el equivalente de una suscripción y pago por ver para material orientado a una audiencia de nicho.

Ciertamente no creo que Internet represente la muerte de las noticias. A través de la innovación y la tecnología pueden perdurar con renovada rentabilidad y vitalidad. Como dice la canción, el video no mató a la estrella de radio, sino que dio vida a toda una nueva industria.

Eric Schmidt, presidente de Google Inc.